De Valencia nos llevamos mucho: el corazón lleno de gratitud y la satisfacción de haber podido aportar y ayudar a las familias que lo han perdido todo. Nos llevamos también la entrega incondicional de cada voluntario, personas que cada día dan lo mejor de sí mismas sin dejar que decaiga el ánimo, y la fuerza de un pueblo valenciano que se levanta cada mañana con esperanza y determinación para salir adelante.

Nos conmovió la ejemplaridad de sus vecinos, que nos recibieron con una sonrisa y los brazos abiertos a pesar de la adversidad. Nos emocionaron los abrazos sinceros, llenos de amor y solidaridad, y sobre todo nos llenó de orgullo ver a un pueblo unido por un fin común, luchando para superar las dificultades.

Nos llevamos la certeza de que aún existe una sociedad capaz de unirse y formar una gran cadena humana de solidaridad.

No podríamos estar más agradecidos por haber puesto nuestro granito de arena, nuestro tiempo, alma y corazón, al servicio del pueblo valenciano.